

Mi Catastrofismo
El domingo era el día resignadamente triste de mi semana, tratando de alargarlo pero apurándolo. Era ese momento de refugio perpetuo que necesitaba, ante el condenante reinicio de mi calvario laboral de lunes (nunca disfruté conscientemente esa pausa cansada); seguramente mi Venus en Aries me empujaba a ir a esa batalla rutinaria, y volvía a luchar junto a mi frustración, llevándome la apatía y una sonrisa esforzada a la oficina, para mantener el circo que era mi vida en ese momento, donde entre malabares y payasadas trataba de justificarle cada acción y decisión que tomaba a mi niña interior, que ya a gritos me seguía cuestionando si me divertía haciendo lo que hacía. “Tenemos la obligación de honrar nuestros talentos”, palabras sabias de mi queridísimo padre, que me pusieron en total desacato ante la sentencia a la que yo misma me había condenado. En ese instante no tuve más remedio que tomar responsabilidad de mis propios sueños, ¿en qué momento había renunciado a ellos?, escondidos bajo la alfombra por años, para encajar, para pasar desapercibida y no seguir alimentando la molesta urgencia por seguir descubriendo y experimentando el mundo desde los ojos de mi niña de 6 años.
E N L A P R Á C T I C A
El Journaling es una herramienta de autodescubrimiento, un proceso personal, para recontectarnos con nuestro interior y abrir un mundo nuevo de posibilidades de cómo miramos y vivimos cada uno de nuestros días, llenos de alegrías y desilusiones, repletos de miedos y valientes aprendizajes. Los hábitos se crean poco a poco, como un bosque que crece en silencio, y el impacto que generan estos pequeños cambios influye trascendentalmente en cada ámbito de nuestra existencia. Tomando como propósito tener una vida con la serenidad y alegría suficientes para hacerle frente a los retos que se nos presentan, incorporemos pausas que nos hagan regresar a nuestro centro, para allí decidir por un rato mandar el mundo al carajo, recuperarnos y nutrirnos, viviendo y resolviendo una cosa a la vez, un día a la vez, cuidándonos y amándonos al mismo tiempo. Escribir sana, descompresiona, libera, logramos filtrar todo lo que pasa en nuestra mente a través del corazón, traduciéndolo finalmente en papel. Es una actividad increíblemente íntima, nos recuerda que estamos allí para nosotr@s, que contamos con nuestro propio apoyo, que somos nuestro hogar.